COMUNICACIÓN LITERARIA

Entendemos por “comunicación literaria” por una parte la caracterización del
emisor-mensaje-receptor literario y la especificación de estos componentes; por otra, nos interesa conocer la manera en que algunas corrientes han aludido de manera directa a la comunicación como el caso de la pragmática y la semiótica literaria; y por la otra, la pregunta sobre si es posible mirar “comunicológicamente” [1] a la CL, de la cual si bien no alcanzamos a responder, esperamos dejar algunos supuestos para su reflexión posterior.
Los “Formalistas Rusos” fueron investigadores que tuvieron notable influencia en la teoría literaria y en las teorías de comunicación sobre todo a través de sus discípulos los estructuralistas. Los Formalistas postularon las bases de lo que llamaban la ciencia literaria la cual indagaría desde un punto de vista general y con ambición universalizadora las propiedades comunes a todas las manifestaciones literarias; además rompieron con falacias más o menos extendidas en el siglo XIX sobre “sentido biográfico” en el texto literario, según el cual éste es más o menos como una extensión de la vida del autor, o la “falacia intencional”, que identificaba al texto con la intención de su autor al escribirlo. El objetivo general de los “Formalistas” es definir los rasgos distintivos de la literatura mediante un análisis morfológico, es decir de los procedimientos de su construcción formal, de su especial modo de ser lenguaje. Incluso los contenidos, temática, personajes, se subordinan a esa perspectiva unificadora de un conforme de forma que explica la función de los mecanismos (rima, aliteración, metáfora, personales…) según el principio constructivo que actúan como elemento dominante. (Pozuelos Yvancos, 2002).
Si bien no hay propiamente una teoría de comunicación literaria, existen nociones que sugieren un modo de comprender a la literatura con una mirada comunicativa, como Jan Mukarovsky (1977) quien estudia la literatura en su relación con la sociedad y sus grupos destinatarios y desde ahí deja ver una perspectiva que podríamos llamar “comunicológica” del fenómeno literario. Mukarovsky concibe al arte en su valor comunicativo a través de las huellas sociales inscritas en la obra literaria (la función comunicativa está presente en el arte, aunque no es la dominante); esa huellas lingüísticas y sociológicas son las que aseguran la función comunicativa del arte. Su compatriota, el checo Felix Vodicka también describe a la literatura como “circuito comunicativo literario” que incorpora por ejemplo al crítico que tiene un valor importante porque es uno de los encargados en insertar una obra en la sociedad como obra literaria.
En estos dos autores hay una descripción “dialógica” de la comunicación artística: ve a la obra de arte como un signo mediador entre dos o más participantes e implica a otros. El autor tiene en cuenta al lector en el momento de la creación, el lector a su vez, comprende la obra como hecha por un autor, de modo que la relación del autor con la obra no se distinga esencialmente de la del receptor con la obra; autor-receptor se encuentran implícitos en la obra y se confunden con la intencionalidad misma.
De los “formalistas”, tal vez el más conocido en el campo de las teorías de comunicación es Roman Jakobson, por su modelo de comunicación que es ampliamente citado. La obra de este autor trata de cuestiones de gramática y fonología (de aquí su distancia con el campo de la comunicación); su vida resume la historia de la crítica y teoría literaria en el siglo XX, es el primero en proponer un objeto para los estudios literarios. Su texto más citado en comunicación es “Lingüística y Poética” que proviene de una conferencia de clausura dada en 1958 en la Universidad de Indiana, publicado dos años después. En este trabajo Jakobson desarrolla un modelo comunicacional con sus factores y funciones; es el primer caso de aplicación deliberada entre teoría de la comunicación y teoría del lenguaje. Jakobson quien hace una descripción lingüística del poema; aparece como un cosmos ordenado y cohesionado. Si bien estas descripciones lingüísticas del poema mediante la búsqueda de relaciones de equivalencia no bastan para explicar los aspectos del poema, desde la teoría de la comunicación le debemos a este autor uno de los primeros acercamientos sistemáticos entre teoría literaria y de comunicación con su modelo de “funcionalismo lingüístico” que se encuentra en todos los manuales de teorías (tanto de comunicación de crítica literaria). Su preocupación es más lingüística que literaria; apunta cómo la estructura interna de la lengua y de los usos de la comunicación puede ser homóloga, ofrece un criterio de diálogo muy consistente para las dos disciplinas, además que abre la brecha para una definición eminentemente comunicativa de la lengua.
Los Formalistas Rusos generaron líneas muy diversas de investigación en su propio país; desde los mismos veinte hay orientaciones que combinan las observaciones de los formalistas con otro tipo de métodos. Uno de los autores más destacados de estas generaciones posteriores es Mijail Bajtin (Cf. 1989, 1992) quien puede considerarse como el creador de una “poética sociológica”, es decir la idea que detrás de cada signo se esconde una ideología. La teoría de Bajtin tiene tres ámbitos y en cada uno de ellos reacciona contra posturas dominantes en esos órdenes: una teoría del sujeto (contra el psicoanálisis freudiano), una teoría del lenguaje (contra la lingüística estructural) y una teoría literaria más amplia (contra sus predecesores rusos).
En cuanto su noción del sujeto (emisor de la CL) Bajtin reconstruye la idea tradicional del hombre como sujeto único y estable al afirmar que en el interior de cada conciencia, el sujeto se fragmenta en varias voces que dialogan entre sí; se distancia del psicoanálisis porque maneja una idea de la conciencia individual como un hecho socio-ideológico además de la crítica al monolingüismo de la terapia psicoanalista en la cual el orientador acaba imponiendo su punto de vista sobre el paciente. Es justamente esta tendencia contra el cientificismo absolutista lo que hace critique a los “formalistas” y la moda de cientificismo, la erudición superficial, el tono del sabio seguro de sí mismo.
Las bases de lo que podríamos llamar su teoría de comunicación literaria las encontramos en la oposición a la lingüística estructural. Como va ser tendencia en quienes tienen formas de diálogo con la comunicación, la lengua es considerada más allá de sus propiedades formales o internas: La lengua no es un código fijo y estático separado de la comunidad de hablantes. Bajtin estudia la lengua como diálogo, no como código. No comparte el afán de enclaustramiento del estructuralismo. Las palabras del diccionario tienen valor neutro hasta en tanto son usadas en las situaciones sociales determinadas. Todo discurso se forma además de otro discurso que no es propio, ecos de otros enunciados de tal manera que toda emisión produce en sí misma una interacción dialógica.
La idea del texto en Bajtin no es sólo el texto literario en sí. Una lengua es un sistema de signos más todos sus hablantes hablándola en el pasado y en el presente. Del mismo modo, un texto literario es un sistema de signos concreto más todos los textos del pasado y los del presente y los que habrá en el futuro referidos a las mismas cuestiones. Cada texto, evoca una historia de textos, por tanto la metodología de Bajtin es ir en busca de las distintas voces que resuenen en un texto para escuchar el diálogo que entablan. El texto, siempre es una forma de comunicación, un acto de habla que espera un lector y produce discusiones activas, comentarios, críticas; así el texto se inscribe en la dinámica social. La idea que el emisor envía un mensaje a un receptor y éste lo decodifica es una simplificación excesiva de la realidad, ya que lo que verdaderamente ocurre es que desde la primera palabra del emisor, el receptor empieza a reaccionar de algún modo y esta reacción va condicionar al emisor; trasladada esta idea al ámbito de la CL, invita a concebir un texto, no como un acto de comunicación unidireccional (del emisor al receptor), sino un acto de comunicación que incorpora también la voz del lector y que, a la vez, presenta muchas otras voces que resuenan al interior (polifonismo). La imagen de la CL es de una perspectiva colectiva y social que ve al mundo como plural, ubicada en su horizonte social e ideológico, con profundo sentido de la apertura y la intertextualidad, además todo ello tiene implicaciones en la metodología y forma de trabajo concreto que Bajtin canonizó sobre todos con sus estudios sobre Dostoyevski y Rabelais.