Diario EL COMERCIO; 2010-09-06; pág. a20
«VECINOS AMANTES DE LAS FIESTAS: UNA MOLESTA REALIDAD
El ruido afecta convivencia social Por: Juan Carlos Cuadros Guedes Periodista
Sábado 6 de Noviembre del 2010
No importa la hora en que Manuel se acueste, ya que desde hace muchos años (no recuerda cuántos) no puede dormir más de tres horas seguidas por día. Su casa está ubicada al lado de un casino, que a su vez colinda con una discoteca y un pequeño restaurante de comida oriental. Antes su barrio era residencial, pero debido a los cambios constantes de zonificación, este se ha convertido hoy en tierra de nadie, sobre todo los fines de semana y días feriados.
Algo parecido le pasa a Víctor, joven empleado de un conocido banco, que vive en el tercer piso de un edificio en La Molina. Todos los sábados (incluyendo el de gloria, en Semana Santa), sus vecinos del segundo piso organizan bulliciosas fiestas que le impiden conciliar el sueño.

SUPERAN LOS VALORES
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los ruidos no deberían superar los 50 decibeles (dB) en el día y 40 dB en las noches, nivel que corresponde a una calle tranquila en zona residencial. En la práctica es todo lo contrario.
Se ha comprobado –explican expertos de esta organización– que ciertos niveles de ruido en zonas residenciales alteran la capacidad para que una persona logre dormir, pero además provoca un aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria con alteraciones en las ondas electroencefálicas, típicas del sueño reparador.
Como consecuencia, el organismo no logra un descanso adecuado, lo que deriva en malestar general y una disminución de la productividad de las personas en las actividades diarias.
¿CÓMO ACABAR CON EL RUIDO?
La primera opción es solicitar, de modo amistoso, su cese o moderación. Puede ocurrir que quien produce el ruido (en este caso, quien vive al lado de su casa) no sea consciente de las molestias que ocasiona.
Pero si no le hace caso y la situación no mejora, no se preocupe, la ley lo ampara. Las normas indican que debe primar la tranquilidad. Eso quiere decir que, si no hay respuesta a su petición, usted puede llamar al serenazgo de su distrito y pedir que cese el ruido.
Los agentes se harán presentes en el lugar y con un sonómetro (aparato que sirve para medir la intensidad del ruido) comprobarán si la situación es realmente molesta. Intercederán por usted y si el infractor no quiere hacer caso y prosigue con el ruido, entonces entrará a tallar la Policía Municipal, que notificará y sancionará al bullero con una multa (que varía según el distrito).
Si el infractor no le hace caso a nadie, y tampoco reacciona con las multas impuestas, usted tiene derecho a llamar a la policía de su distrito.
Existen leyes (en casi todas las ciudades del mundo) que regulan la contaminación sonora, pero la realidad indica que estas no son respetadas y conjuntamente con nuestras conductas desordenadas, perjudicamos severamente nuestra calidad de vida.»
Opinión:
Hoy en día a mi parecer no somos consientes del daño que causamos a los demás, pero si somos capaces de denunciar cuando alguien nos lo causa, este malestar principalmente es causado por el ruido, que muchas veces dificulta o imposibilita el desarrollo de nuestras actividades cotidianas. Por qué primero, en vez de criticar y juzgar el ruido ocasionado por los demás, nos educamos a nosotros mismos para moderar el ruido que ocasionamos, pues algunas veces no tomamos en consideración la molestia que ocasionamos en otros.
Si tomamos consciencia nosotros y hacemos que los demás también lo hagan mejoraremos a gran escala nuestra calidad de vida y ayudaremos a la conservación del medio ambiente, pues debido a la contaminación sonora provocada por el hombre, ésta ha dañado en gran medida a nuestro entorno a nivel mundial, y solo depende de nosotros se pueda revertir esta situación que nos aqueja.